sábado, 23 de agosto de 2008

de la infancia.

Tuve sueños lejanos.

Soñé con episodios de la infancia.

Mi abuelo paterno.

Mi abuela paterna.

Mi hermana que ya no es mi hermana.

Supongo que fue a raíz de que vimos las fotos de su fiesta de quince. Esa fiesta fue hace trece años. Mi abuelo no estaba. Hacía un año. Mi abuela sí.

Varias veces mi madre me dice que gesticulo como ella. Yo recuerdo pocas cosas de ella. Sé que pintaba, formaba parte de un coro, tocaba el piano, hacía velas –en las cacerolas donde cocinaba y mi abuelo se quejaba por el sabor de la comida- y hace poco supe que hacía alfarería. Me enseñó a tejer. El punto derecho fue el que nunca olvidé. Y un día en que me quedé a dormir, en el desayuno no había leche. Y yo desayunaba té con leche. Me dijo que le pusiera dulce de leche, que ademas edulzaría mi té. Y con prejuicio, puse primero una cucharada, pero el té no cambiaba de color. Agregué más… y finalicé por tomarlo de un sorbo rápido dejando al fondo de la taza el dulce no disuelto.

Ese día no creo que haya sido el día en que acompañé a mis abuelos y a Paula a que le compraran los materiales escolares. Paula comenzaría el secundario y la llevaron a una librería por Haedo. Eramos las dos y ellos. Y sospecho que indirectamente insistí en que a mí me compraran algo de esa juguetería, pero sé que me fui triste.

Y también soñé con la vez en que mi abuela me llevó a la casa de una mujer que vendía joyas. No sé bien a qué fue, pero tomaron el té. Y mientras tanto yo fui al jardín. Creo que había un perro (éste no aparecía en el sueño) y en aquella época yo le temía a los perros.

En el jardín había una pileta de lona. Quizás también estaría el hijo de la dueña de casa. De ésto no estoy segura, pero sí recuerdo el momento en que caminando por el borde de la pileta, perdí el equilibrio y caí al agua.

Es posible que haya llorado, pero las lágrimas no se reconocerían. Temí que me retaran, pero recuerdo (o quizás sólo ocurrió en el sueño) que la mujer me ofreció ropas de su hijo y allí me encontré, vestida de varón con una remera azul estirada, sentada entre las dos mujeres que seguían hablando.

De los sueños sólo recuerdo esto, y a la vez en mi mente encontré imágenes del día en que con un chicle de esos rosados, me hice un collar. Lo presenté en mi cuello, pero como llevaba el pelo suelto se pegó. Y tuvieron que cortarlo.

Y también me contaron que cuando trajeron a Juan recién nacido a casa, yo le rayé la cara con una birome. Pero de ésto no me acuerdo.

miércoles, 13 de agosto de 2008